Son 266 kilómetros desde el sector de La Junta, en el límite norte de la Región de Aysén hasta Coyhaique, su capital regional, que no paran de sorprender, porque cada temporada tienen algo nuevo que ofrecer.
Este destino atrae a miles de turistas, nacionales y extranjeros, que siempre manifiestan el sentimiento de emprender una nueva aventura en sus múltiples parajes.
El trayecto se emplaza por una de las zonas geográficas más accidentadas del mundo, cruzando selvas vírgenes, avanzando junto a ríos, lagos y fiordos.
Desde Coyhaique al norte está la primera parada, cuyo mirador obliga a examinar la explanada de la capital regional y el privilegiado entorno que la rodea, en donde los prados ganaderos son verdaderas cuadrículas con diversos tonos de verde que reflejan la fertilidad de la tierra, entre la carretera austral norte a las riberas del río Coyhaique y Simpson.
Los bosques siempre verdes son los que dan la bienvenida mientras se avanza al norte por una vía pavimentada que ofrece cascadas, zonas de pesca y el acceso a la Reserva Nacional Río Simpson, para seguir camino por los valles de la depresión central de la Cordillera de Los Andes, conectando localidades como Mañihuales y Villa Amengual, para adentrarse en el Valle del Río Cisnes.
Caídas de Agua y Pájaros
Más adelante, a una hora aproximadamente y ya en camino de ripio, está la entrada al sendero del Bosque Encantado, como también al Parque Nacional Queulat, en donde se ubica un ventisquero colgante del mismo nombre, que es el único en el mundo ubicado a escasos 7 kilómetros del Oceáno Pacífico.
Administrado por la Corporación Nacional Forestal, el lugar tiene un pago de $2.000 para los visitantes nacionales adultos y $4.000 para los extranjeros.
En esta área, creada el 13 de octubre de 1983, uno puede encontrar caídas de agua, ríos y especies en protección como el carpintero negro, el cóndor y el chucao.
Mientras que en la flora de los bosques andinos patagónicos, está presente la Lenga y el Coigüe de Magallanes. También se pueden encontrar Coigüe de Chiloé, Tepa y Canelo.
El parque ofrece dos senderos para contemplar el ventisquero colgante, uno de ellos de 1000 metros y de fácil acceso para menores y tercera edad y otro de mediana complejidad de 3 kilómetros, cuyo primer tercio está en pendiente, lo que se traduce en 2 horas y media de caminata.
Sin lugar a dudas el Queulat (que significa sonido de caída de aguas en lengua aborigen), es una imponente masa de hielo que se ha vuelto en la gran postal de la Carretera Austral Norte y de las zonas aledañas como el poblado de Puyuhuapi. Que a 20 minutos de este lugar presenta un aspecto germano, debido a los colonos alemanes que se asentaron en esta área prácticamente inmersa en el parque nacional.
Hoy este poblado se caracteriza por su gastronomía, que comparte los secretos de la mesas europeas de mediados del siglo XX y de las cocinas a leña de la Patagonia, que han hecho de sus kuchenes y de su cervecería una marca registrada del norte de la Región de Aysén.