Es el punto final de la carretera del Fin del Mundo. Allí termina el mundo comunicado de Navarino, en una playa en la que a veces se ven algunos pescadores y donde la vida pasa tranquila. Es una de las bellezas paisajísticas más extremas de nuestro país y merece ser conocida. En el lugar se encuentra una estancia o finca, administrada por su dueño, quien se dedica a la cría de animales. Desde Caleta Eugenia hasta Puerto Navarino, se pueden recorrer de punta a punta los más de 70 kilómetros de la isla.
Visitas durante todo el año, con precaución en invierno. Se aconseja ir con un guía local.