Eclipse 2020: La cosmovisión del pueblo Mapuche percibe un eclipse como la muerte del Sol

Los primeros pueblos que habitaron Chile, hace más de 10 mil años, buscaban en el cielo una explicación a la vida y a su paso por este mundo. Sus dioses supremos eran parte de la naturaleza como el Sol, la Luna, las montañas, el agua y la Tierra, y fueron sus guías principalmente en las cosechas y siembras.

Para ellos, el gran creador, el protector, el rector de la lluvia y del tiempo era y sigue siendo el Sol. Todos los pueblos originarios de nuestro país lo veneraban. Por ello, es que la «muerte del Sol» durante un eclipse era visto como un suceso negativo, que traería malos augurios.

Para el pueblo Aymara, en el norte grande de Chile, el Sol (Inti) era un protector cariñoso que los guiaba por el camino correcto. A él le pedían más lluvia para las áridas tierras del desierto de Atacama y hablaban de “Lupi Nakjanti” para referirse al eclipse de Sol (Sol quemado).

Los Selk’nam, pueblo originario que habitó en Tierra del Fuego en la Patagonia hasta principios del 1900, pensaban que los eclipses eran causados porque la Luna, que estaba hecha de agua, luchaba con el Sol y lo iba derrotando. Para ayudar al astro en esa batalla, encendían fogatas en lugares altos y realizaban ceremonias para que volviera la luz y así se mantuviera el equilibrio.

Pueblo Mapuche

Imagen de una ruca Mapuche en el sur de Chile

Este próximo 14 de diciembre a las 13:04 horas en la región de La Araucanía se vivirá el eclipse total de Sol, en un territorio donde habita hace miles de años el pueblo Mapuche. Un evento que ellos vivirán de forma distinta y con mucho respeto debido a sus creencias en torno a este fenómeno.

Para la comunidad el Sol llamado Antü y la Luna llamada Küyen son las fuerza masculina y femenina, respectivamente, y las energías básicas del Universo. Al cruzarse ambos en un eclipse es algo muy delicado para la cosmovisión del pueblo originario. “Lanantu” y “Lancuyen” representaban la “muerte del Sol” y la “muerte de la Luna”.

“Es muy importante para nosotros la salida del Sol en las mañanas. Nosotros nos paramos afuera de nuestras casas mirando al Sol mirando al este, al Puelmapu, nuestra tierra que nos dejó este ser supremo. Lo primero que vemos es el Sol y él nos dice que cada día alguien dejó eso y nos regala un nuevo día, y junto con el Sol vienen todas las demás bendiciones, los árboles, ríos, sembrados. Que en algún momento el Sol se nuble para nosotros no es bueno”, cuenta Marcelo Huequeman, educador intercultural Mapuche.

Para ellos si el eclipse era de Sol, se anunciaba la muerte de un cacique respetado. En cambio si era un eclipse de Luna, un cacique enemigo moriría. «No tenemos que desconocer que los tiempos han cambiado y la cosmovisión Mapuche también ha ido cambiando. Queda poca gente antigua que tiene este tremendo conocimiento, pero también en el día de hoy las nuevas generaciones estamos tratando de volver a nuestras raíces, a nuestro folil”, explica Huequeman.

 

Historia de amor

El pueblo Mapuche basa sus relatos en bellas historias y el eclipse significa también un Truyún, el beso del Sol con la Luna. Hay una historia que dice que antiguamente cuando el Sol y la Luna caminaban juntos en un momento se separa el Sol de la Luna y se va donde Guñelfe, el Lucero del Alba. El Sol impregnado con la belleza de Guñelfe le da un beso y en ese momento aparece la Luna y ve al Sol traicionándola.

Producto de esa traición la Luna decide separarse del Sol, pero la Luna aún así seguía enamorada. Ella lloró tanto que esas lágrimas cayeron en la tierra y se transformaron en plata y fue ahí donde nace el arte del Retrafe, el joyero. La Luna habló con él y le dijo “tú vas a hacer joyas con mis lágrimas para proteger a todas las mujeres Mapuches. Por eso que usan su Trarilonco y Trapelacucha. Cada vez que hay una energía negativa esa plata toma un color negro. Aún así el Sol y la Luna se vuelven a encontrar y se besan, y eso son los eclipses”, cuenta Marcelo.

Imagen de las fases de un eclipse solar

Creencias populares

No sólo los pueblos originarios en Chile adoraban al Sol. Hace cinco mil años los Egipcios, una de las grandes civilizaciones de la antigüedad, también lo veneraban como un dios. Era considerado como el generador de la vida, por lo tanto era el proveedor del Imperio.

“Como el Sol siempre fue el rey del sistema solar, su oscurecimiento temporal en un eclipse total se asociaba a acontecimientos negativos como el fin de un gobernante, pestes, guerras y asesinatos. Algunos incluso creían que el Sol se oscurecía porque era un dragón que quería comérselo. Para protegerlo, sus habitantes disparaban flechas al cielo; logrando siempre buenos resultados porque luego de unos momentos el Sol volvía”, relata el astrónomo chileno José Maza en su libro “Eclipses”.

Otros mitos plantean que nacer bajo un eclipse era sinónimo de iluminación para quien llegaba al mundo. Significaba estar destinado a ser un líder, una persona destacada y poseer habilidades extraordinarias. Por el contrario, otras creencias afirman las embarazadas debían ponerse una faja roja o bien algo metálico en la ropa para proteger a sus bebés.

Fotografía principal: Benjamín Briones.