Día 1

Por la quebrada de Camiña

Parte tu ruta de sur a norte, es decir, desde la Región de Tarapacá. Una buena idea es encontrarte con tu guía aymara en la ciudad de Iquique, para comenzar a subir lentamente hacia la localidad de Camiña, ubicada a 211 kilómetros hacia el nororiente de la ciudad, a 3200 metros de altitud.

Después de pasar por el desierto más árido del mundo, te encontrarás con la imponente quebrada de Camiña, donde bordearás pequeños caseríos que parecen detenidos en el tiempo. Si sales de Iquique después de almuerzo, llegarás a tu destino antes del atardecer, lo que entrega buenas posibilidades de avistar vizcachas a orilla del camino, un roedor similar a una liebre, pero de cola larga. Les encanta tomar el sol sobre las rocas, así que encontrarás varios sectores donde se quedan quietas, con los ojos cerrados y su cola enrollada.

Camiña es pequeño, pero cuenta con un par de hostales y restaurantes simples. Procura tener organizada tu cena desde antes y ve a la cama temprano, porque el próximo día comenzará antes del amanecer. Importante mantenerte bien hidratado, para evitar molestias por la altura.

Día 2

Lagunas de colores

Este día comenzará a las 5 de la mañana, así que abrígate bien (recomendable hacerlo en capas, por la oscilación térmica). Desde Camiña, a aproximadamente una hora por camino de ripio, se encuentra la localidad de Nama, donde hay guías locales que son pioneros en ofrecer turismo con identidad en el sector de Laguna Roja. Importante que vayas con ellos, porque no existe señalización para que puedas llegar por tu cuenta.

Desde Nama son 2 horas y media más por un camino pedregoso en muy mal estado, así que debes armarte de paciencia y solo concentrarte en disfrutar los colores dorados del amanecer. El esfuerzo es grande, pero cuando llegues, la vista y las historias son fascinantes. Si bien el sector es conocido como Laguna Roja, en realidad son tres lagunas llamadas Amuyo: roja, amarilla y verde, donde la más extensa es la pareciera una laguna de sangre.

Al finalizar la visita, podrás degustar un exquisito picnic con productos locales como choclos, papas, tunas, queso de cabra, canchitas de maíz y jugo de tumbo. Termina tu día viajando hacia el oriente, a través del Parque Nacional Volcán Isluga, donde predominan los paisajes del altiplano con sus bofedales, árboles de queñua y el volcán que le da el nombre al parque. En el borde sur se encuentra el pequeño poblado de Mauque, a 4100 metros de altitud, un buen lugar para descansar y seguir disfrutando de los sabores locales y de buenas historias.

Día 3

Por el altiplano

Desde Mauque dirígete hacia el norte, atravesando el Parque Nacional Volcán Isluga. Ve atento, porque es un excelente lugar para ver fauna, desde camélidos a aves. Pronto te encontrarás en el punto más alto del recorrido, a 4.900 metros de altitud, en el paso que da la bienvenida a la Región de Arica y Parinacota.

Los paisajes espectaculares continúan. Pronto llegarás al Monumento Natural Salar de Surire, hogar de los tres tipos de flamencos que habitan en nuestro país, donde tu guía podrá contarte de la importancia de la fauna local para los pueblos andinos. De hecho, camélidos, zorros, flamencos y suris (ñandú), entre otros, fueron retratados en las rocas de la precordillera a través de petroglifos y pictograbados.

En este sector, además se encuentran las termas naturales de Polloquere, quizás una de las más hermosas del país, porque en realidad es una pequeña laguna termal, sin más intervención que una zona de picnic.

Después de un merecido baño termal, continúa camino hacia la Reserva Nacional Las Vicuñas, donde encontrarás el pequeño caserío Lauca Cruzani, lugar que posee un sencillo hospedaje con viviendas propias del altiplano, entregando una experiencia aún más real a tu visita.

Día 4

Pastoreando

Colindantes a la Reserva Nacional Las Vicuñas existen predios Aymara, donde puedes observar cómo se realiza el pastoreo de llamas y alpacas, tradición que se mantiene intacta por generaciones y generaciones. El ganado se guarda en las noches en un corral para protegerlos de depredadores como el puma, y se libera durante el día, para que paste entre los bofedales. Eso sí, siempre van acompañados de un pastor, a veces por 12 horas o más, para que los animales no se escapen, ni sufran algún tipo de peligro. ¿Te imaginas caminar por horas bajo el frío, viento y sol del altiplano?

Después de vivir esta experiencia, es hora de seguir camino hacia el norte, hasta toparte con el Parque Nacional Lauca, famoso por sus postales de los Payachatas (volcanes Parinacota y Pomerape) custodiando el lago Chungará.

Termina tu día en la localidad de Putre, ubicada a una hora de camino desde el Parque Nacional Lauca, bajando hacia el poniente. Esta localidad se ubica a 3600 metros, cuenta con buenos lugares de alojamiento y alternativas de alimentación.

Día 5

Desde sus inicios, el pueblo aymara se las ha ingeniado para cultivar en lugares tan accidentados geográficamente como la precordillera, donde predominan las laderas empinadas y quebradas. Lo hemos hecho usando el sistema de terrazas, que permiten erosionar menos el suelo y aprovechar de mejor manera el agua.

Estos sistemas podrás verlos en Putre, donde algunos jóvenes aymara se han organizado para rescatar los sistemas antiguos de cultivo, trabajando la tierra de manera totalmente orgánica y usando semillas propias de la zona, para ofrecer productos frescos y agroturismo. Así podrás ver cómo preparan la tierra y cosechan papas, choclos, habas y cebollas. Estos mismos productos podrás degustarlos en los restaurantes del poblado.

Continúas bajando hacia la costa. A 28 km de Putre, se encuentra el poblado de Socoroma, donde debes conocer (y comprar) su orégano, que cuenta con Indicación Geográfica y Sello de Origen, lo que certifica que solo se puede producir en la precordillera de esta zona. Y es que, gracias a las condiciones extremas del clima, aquí se produce un orégano mucho más aromático y sabroso que en otros lugares.

Para terminar tu experiencia indígena aymara, puedes quedarte a dormir en Socoroma, donde existen hostales que fueron acondicionados de antiguas casas de adobe. El desayuno es la mejor parte: canchitas de maíz, harina tostada y jugos con frutos de la zona.