Dicen que recorrer la Carretera Austral es una experiencia única e inolvidable, y sí, afortunadamente pude comprobar que el dicho es completamente cierto. Posiblemente, es de esos viajes, que a pesar de que pasen los años, difícilmente puedes olvidar.
Era pleno febrero de 2016 y me disponía a recorrer con un grupo de amigos, el circuito de la carretera, hasta donde los pies nos llevarán. Sabíamos que nos esperaba una gran experiencia, sobre todo porque éramos nuevos en el mundo del “mochileo” y porque teníamos a disposición casi 1.000 km de ruta llena de naturaleza y aventuras por descubrir.
Con más de un mes de anticipación comenzó nuestra búsqueda. Valor de pasajes, imperdibles y presupuesto para camping autorizados. Con todos los preparativos listos, comenzamos el viaje en el Terminal de Buses de Santiago en dirección a Puerto Montt: «La entrada a la Carretera Austral».
Ya en la ciudad portuaria el aire fresco y la calidez del paisaje nos hicieron sentir acogidos. Tomamos algunas fotografías en la popular estatua de 10 metros “Sentados frente al mar” he hicimos una parada en la Caleta Angelmó, donde nos deleitamos con exquisitas y cuantiosas empanadas de camarones, locos, salmón, machas y ostiones. ¡Ojo! que si te gustan los mariscos, este lugar, definitivamente , podría convertirse en uno de tus favoritos por su inmensa variedad de platos.
Nuestro recorrido siguió hasta un imperdible en la ruta: Hornopirén. Pueblo conocido como «la puerta norte de la Carretera Austral», que se caracteriza por su tranquilidad y bellos paisajes. Luego de hacer trasbordo en ferry, ya en el pueblo, disfrutamos de la calidez de los lugareños y de una maravillosa gastronomía y artesanía local. En este bello pueblo, podrás ser testigo de cascadas naturales y bosques milenarios que te conectarán 100% con la naturaleza patagónica.
El siguiente destino fue Chaitén (por mar). Si bien aquí nos tocó un clima muy lluvioso, el sólo hecho de contemplar nuestro entorno, nos hacía profundamente felices. Nuestro camping contaba con agua caliente y el terreno era apto para la estadía. Aquí, compartimos experiencias con otros mochileros e hicimos un recorrido en conjunto hacia los pozones naturales de las termas El Amarillo y el Mirador Chaitén. Por las noches, participamos de la semana costumbrista, mientras los lugareños nos integraban casi como un miembro más de sus familias.
La aventura continuó en Futaleufú, tierra de deportes extremos. En esta joya de la Patagonia estuvimos varios días. Recorrimos durante largas jornadas de trekking los rincones de la Reserva Nacional Futaleufú y conocimos en primera persona, sus inhóspitos paisajes. También aprovechamos la oportunidad de hacer rafting en El Río Futaleufú, considerado mundialmente como uno de los mejores lugares para realizar este deporte. ¡Pero tranquilo! si no tienes experiencia, no te preocupes, yo no sabía absolutamente nada sobre rápidos, pero disfruté la experiencia a concho.
Nuestro último destino fue la localidad de Puyuhuapi . En sus cercanías, aprovechamos de realizar una jornada de trekking por el Parque Nacional Queulat, palabra que en la lengua kawashkar significaba “tierras lejanas”. Un bosque patagónico que te dejará pasmado con su belleza. Definitivamente si eres un amante de los paisajes del sur, ¡tienes que visitar este mágico lugar! Podrás sentirte diminuto ante la inmensidad de la naturaleza llena de vida que cautiva tus sentidos.
Hoy, puedo decir que guardo los mejores recuerdos sobre el viaje a la Carretera Austral, y que la sonrisa que esbozo al hacer memoria sobre esos momentos, es algo que quisiera traspasar a cada quién que lea estas líneas. Porque absolutamente todos, deberíamos atrevernos a vivir la experiencia de enamorarnos de nuestro país y sus maravillas.