En la Patagonia los paisajes cambian radicalmente en cada estación y el otoño es particularmente sorprendente. Para muchos visitantes esta época del año es ideal para conocer esta región, la llegada del otoño marca el inicio de un espectáculo natural inolvidable.
Las laderas de las montañas se encienden de rojo, amarillo y naranjo que contrasta con el verde de los bosques valdivianos, bosques magallánicos y los tupidos arbustos a ras de suelo. La luz también contempla un cambio notorio, tornándose más pálida y dando la sensación de un eterno amanecer, una carnada infalible para los fotógrafos que cada año emprenden o repiten el viaje a estos parajes, porque en la Patagonia cada viaje parece el primero.
Pero no sólo en los cerros y montañas se nota la llegada del otoño, también en el agua. Los lagos de a poco comienzan a congelarse y aparecen los primeros icebergs navegantes, los mismos que viven todo el invierno y que se pueden recorrer a pie como paseando por un parque de esculturas de hielo, como lo que ocurre en el lago Grey, ubicado dentro del Parque Nacional Torres del Paine, en la región de Magallanes, y desde donde se pueden contemplar los magníficos Cuernos del Paine, una inmensa formación rocosa que talla paredes de piedra en lo alto, donde los ventisqueros se fueron a vivir.
Pero la Patagonia tiene muchos lugares en los que se puede contemplar esta nueva estación y cuenta con maravillosos Parques Nacionales como los de Laguna San Rafael, Isla Magdalena, Pumalín, Hornopirén, Corcovado o el Parque Bernardo O’Higgins, siendo este último el más extenso de Chile, con más de 3 millones de hectáreas, las que albergan parte del Campo de Hielo Patagónico Sur, uno de los imperdibles de esta región.
Entre las actividades más recomendables están el kayaking y el trekking, las que entregan una experiencia inolvidable y que permiten interactuar con el entorno intensamente.