Artistas del cuero y la lana de la región de O’Higgins han perfeccionado su trabajo para crear hermosos aperos y monturas que siguen las tradiciones del campo chileno.
Huaso es una palabra de origen quechua que significa espaldas o anca de caballo, por lo que en su uso cotidiano se traduce como el hombre que monta a caballo.
Definición que encaja perfecto con la tradicional imagen que tenemos del chileno cercano al campo, con su montura de cuero, sombrero de ala ancha, botas gruesas, cinturón con copihues bordados y un hermoso chamanto de tonos oscuros.
Figura que se ha perpetuado en el tiempo convirtiéndolo en el símbolo de la cultura criolla de nuestro país, y que tiene a su alrededor una batería de artistas que ayudan a dar vida a este look, entre los que destacan los talabarteros.
Artistas que trabajan el cuero a su antojo dando vida a botas de caña alta, cinturones de grandes hebillas y polainas de piel de vaca que protegen a los huasos del roce con el caballo.
Oficio que Pedro Castro realiza hace más de 40 años en la comuna de Marchigüe, región de O’Higgins, y que lo ha catapultado como uno de los mejores talabarteros expertos en aperos de huaso, logrando el reconocimiento como Maestro Artesano del Consejo Regional de la Cultura y Las Artes el 2009.
Identidad y Tradición
Técnica que pasa de generación en generación y que en este poblado de arraigadas tradiciones huasas reúne a una seguidilla de hombres que con sus manos crean preciosas tenidas o monturas a base de cuero e hilo.
Así también es el caso de Pedro Tobar, otro artista del pueblo de Marchigüe, que lava a mano el cuero crudo que compra en la misma zona, para luego sobarlo y trabajarlo cuidadosamente hasta crear la silla de montar que lucirá el huaso en el rodeo o lo sostendrá en las largas jornadas de trabajo arriba de su caballo.
Enorme destreza artesanal en cada uno de los productos manufacturadas que le granjean a este sector de la región de O’Higgins el sello de zona huasa, donde además de talabarteros también destacan en su ruta de artesanía tejedoras en pita y artistas en telar rústico que dan vida a ponchos y chamantos en lana de oveja teñida con elementos naturales de la zona.
Foto: Municipalidad de Marchigue