Te invitamos a un viaje que comenzó hace más de once mil años y que continúa hasta nuestros días. Quizás has escuchado hablar de los pisos ecológicos que han sustentado a nuestro pueblo desde sus inicios: quta uñxata (costa), qhirwa (precordillera/valle) y suni (alta cordillera/altiplano). Cada uno de estos pisos está ubicado a diferente altitud y, por ello, tienen características distintas en cuanto a la biodiversidad, flora, fauna, paisaje, temperatura, disponibilidad de agua, entre muchos otros factores, donde hemos podido desarrollar diferentes sistemas productivos, como el pastoreo de animales en el altiplano o la agricultura en la precordillera.
Ancestralmente, nos hemos movido por senderos entre estos diferentes pisos ecológicos para complementar los beneficios que nos entrega la tierra en cada uno. Complementariedad ecológica lo llaman algunos, para nosotros, simplemente, es un estilo de vida donde habitamos en armonía y equilibrio con cada uno de los elementos que nos da la tierra.
En este viaje ancestral conocerás sobre nuestra fuerte vinculación con las montañas. Tienen un rol clave en nuestra cosmovisión y ellas permiten la vida, porque desde sus cumbres, en las épocas de deshielo, cae el agua que nos permite cultivar y pastorear. Cumbres imponentes como los Payachatas (los volcanes Parinacota y Pomerape), o el volcán Isluga, ubicado un poco más al sur, custodian las tierras altas del altiplano, un lugar tan mágico como inclemente, ya que sobre los 3.800 metros abundan increíbles lagunas, bofedales y salares, además de una rica fauna, pero también predominan las largas distancias, el silencio, el sol, el frío y el viento, que logran curtir la piel y el espíritu.
Un poco más abajo, en la precordillera, existen pequeños poblados, donde cultivamos la tierra en sistemas de terrazas, y aprovechamos la fuerte oscilación térmica que trae el día y la noche.
Un viaje por estas tierras enseña a caminar lento, a respirar despacio, a contemplar y, sobre todo, a reflexionar. ¿Te animas a conocerlas con nosotros?