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Territorio Aymara: Viaje ancestral en las alturas

En Chile, el territorio aymara se ubica en la zona del Norte Grande, entre los pueblos de la cordillera y precordillera. En estos sitios se puede apreciar la forma de vida del indígena aymara a través de su gastronomía local andina, su artesanía, sus costumbres y tradiciones basados en la agricultura, el pastoreo de llamas y alpacas, y esa conexión espiritual con los paisajes. Adentrarse en el territorio aymara es escuchar el silencio, rodearse de paz, disfrutar la naturaleza y llenarse de energía.

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Moverse entre
LOS PISOS ECOLÓGICOS

Te invitamos a un viaje que comenzó hace más de once mil años y que continúa hasta nuestros días. Quizás has escuchado hablar de los pisos ecológicos que han sustentado a nuestro pueblo desde sus inicios: quta uñxata (costa), qhirwa (precordillera/valle) y suni (alta cordillera/altiplano). Cada uno de estos pisos está ubicado a diferente altitud y, por ello, tienen características distintas en cuanto a la biodiversidad, flora, fauna, paisaje, temperatura, disponibilidad de agua, entre muchos otros factores, donde hemos podido desarrollar diferentes sistemas productivos, como el pastoreo de animales en el altiplano o la agricultura en la precordillera.

Ancestralmente, nos hemos movido por senderos entre estos diferentes pisos ecológicos para complementar los beneficios que nos entrega la tierra en cada uno. Complementariedad ecológica lo llaman algunos, para nosotros, simplemente, es un estilo de vida donde habitamos en armonía y equilibrio con cada uno de los elementos que nos da la tierra.

En este viaje ancestral conocerás sobre nuestra fuerte vinculación con las montañas. Tienen un rol clave en nuestra cosmovisión y ellas permiten la vida, porque desde sus cumbres, en las épocas de deshielo, cae el agua que nos permite cultivar y pastorear. Cumbres imponentes como los Payachatas (los volcanes Parinacota y Pomerape), o el volcán Isluga, ubicado un poco más al sur, custodian las tierras altas del altiplano, un lugar tan mágico como inclemente, ya que sobre los 3.800 metros abundan increíbles lagunas, bofedales y salares, además de una rica fauna, pero también predominan las largas distancias, el silencio, el sol, el frío y el viento, que logran curtir la piel y el espíritu.
Un poco más abajo, en la precordillera, existen pequeños poblados, donde cultivamos la tierra en sistemas de terrazas, y aprovechamos la fuerte oscilación térmica que trae el día y la noche.
Un viaje por estas tierras enseña a caminar lento, a respirar despacio, a contemplar y, sobre todo, a reflexionar. ¿Te animas a conocerlas con nosotros?

Conectarse con la Reserva de la Biosfera Lauca

Para nosotros las montañas son sagradas y queremos ser un puente para que los visitantes sientan la paz y conexión que se siente estar junto a ellas. Por ello existen agencias especializadas en trekking y montañismo, con guías de nuestro pueblo, buscando sitios que permitan lograr esa conexión con la naturaleza.

Uno de los sitios preferidos es la Reserva de la Biosfera Lauca, denominación dada por la UNESCO a lugares de importancia mundial por sus características únicas en cuanto a ecosistemas. La Reserva está formada por el Parque Nacional Lauca, la Reserva Nacional Las Vicuñas y el Monumento Natural Salar de Surire, todos con senderos de caminata de diferente dificultad, pero siempre en lugares increíbles.

La misteriosa laguna Roja

Ubicada a 3700 de altura, en la comuna de Camarones, Laguna Roja ha seducido a los viajeros desde tiempos muy antiguos. Para nuestro pueblo representan aguas sagradas que requieren de mucho respeto, ya que han hecho desaparecer o enfermar a viajeros, muchos de ellos engañados por visiones de ciudades de oro o llamados por misteriosos cantos.

Por ello, se debe entrar al lugar solo con guías locales aymara y, siempre, pedir permiso a la Pachamama para acceder. Los puedes encontrar en la localidad de Nama, donde han sido pioneros en ofrecer turismo con identidad en esta zona.

Al lugar también se le conoce como las lagunas de Amuyo, ya que en realidad son tres lagunas: roja, amarilla y verde, y sus colores se deben a los minerales que poseen y a las tierras arcillosas del lugar. Se requiere vehículo 4×4 para llegar, ya que es un camino pedregoso en muy mal estado.

Pastoreando en el altiplano

En Sudamérica existen 4 tipos de camélidos, parientes de los camellos y dromedarios de África. Dos de ellos son silvestres: el guanaco que se distribuye a lo largo de todo el país, especialmente en la Región de Magallanes; y la vicuña, que se ubica exclusivamente en ecosistemas de puna, es decir, sobre una altura de 3.800 metros sobre el nivel del mar, en las regiones del Norte Grande. Y, además, existen dos camélidos domesticados, que han sido y siguen siendo clave para los pueblos andinos: llamas y alpacas, las que nos proveen de carne (fresca o charqui) y de lana.

A pesar de las condiciones naturales extremas de altura e intensos fríos, en el altiplano la producción ganadera de estas dos especies es abundante. Son animales que aprovechan muy bien las praderas naturales y que tienen la característica de erosionar de menor manera los campos de pastoreo en comparación con otros rumiantes domésticos, ya que tienen almohadillas en sus patas y cortan los pastos en vez de arrancarlos de raíz.

En el altiplano, fácilmente, se pueden ver grupos de cientos de animales pastando. Pareciera que están solos, pero lo cierto es que siempre hay un pastor que los cuida y acompaña en sus desplazamientos durante 12 horas al día, para luego llevarlos de regreso a sus corrales.

La importancia de llamas y alpacas es tan grande, que una vez al año realizamos la fiesta del floreo, un ritual donde se marca el ganado para identificar su propiedad y agradecer a la tierra por su abundancia. Así, los animales se marcan con flores, pompones y lanas coloridas que cuelgan de orejas y lomos. Durante el floreo bailamos y entonamos cantos en honor a nuestros animales.

Pastoreo de ganado

Colindante con la Reserva Nacional Las Vicuñas existen predios que se enfocan en la ganadería de llamas y alpacas. Algunos de ellos han abierto sus puertas al turismo, para que los visitantes puedan conocer y poner en valor el trabajo ancestral del pastoreo.

Los recorridos incluyen participar del pastoreo, gastronomía típica, caminatas y, por supuesto, escuchar relatos de nuestro pueblo.

Acercarse al agroturismo indígena

Parte del agroturismo es ver cómo se cultiva el producto final que vas a consumir y, justamente, eso es lo queremos que conozcas. Nuestra agricultura se conecta con el entorno: además de la complementariedad entre los diferentes pisos ecológicos, trabajar la tierra para nosotros es acercarnos a la Pachamama que nos bendice con alimentos y sentirnos protegidos por los apus (espíritus de las montañas), que nos custodian. Trabajar la tierra es conectarnos también con animales como la perdiz, la taruca (huemul del norte), el aguilucho y tantos otros, que forman parte de este territorio y que, como decían los antiguos, son nuestros hermanos. Que ellos estén presentes, para nosotros es sinónimo de lo agreste que aún es este territorio y nos hacen ver la riqueza que tenemos.

Dependiendo de la altitud en la que te encuentres, podrás ver diferentes cultivos y formas de realizarlo. Cuando vayas al altiplano, podrás distinguir fácilmente los cultivos de quínoa que tiñen de colores rojizos el paisaje, un alimento que ha sido trascendental para nuestro pueblo y que, hoy, es considerado a nivel mundial como un superalimento por sus múltiples propiedades. La sembramos de manera manual y sin pesticidas, enterrando la semilla en hoyos de hasta 30 cm, para luego cubrir la tierra con ramas secas, que protejan las plantas del viento frío y las heladas.

A primera vista, la zona precordillerana, no ofrece las mejores condiciones para la agricultura por la inclinación de los terrenos entre quebradas y laderas. Sin embargo, en poblados como Putre y Socoroma, verás que abundan los sembrados de papa, habas, maíz, cebollas, orégano y algunas frutas y verduras. ¿Cómo lo hacemos? Usando el sistema de terrazas o andenes, técnica agrícola desarrollada desde tiempos preincaicos, donde la tierra de una pendiente se corta de manera escalonada y, así, se evita la erosión de la tierra y permite el mejor uso del agua.

El aclamado orégano de Socoroma

El orégano de la precordillera fue introducido por los primeros españoles que llegaron a estas tierras y el pueblo Aymara comenzó a cultivarlo usando sus técnicas ancestrales. Lo que no sabían es que, cultivado sobre los 3 mil metros de altura, las condiciones extremas de clima hacen que el orégano de la precordillera andina secrete más timol, sustancia que lo ayuda a protegerse del clima extremo, y que ha generado un orégano mucho más aromático y de sabor más fuerte que el orégano común. En 2016 fue reconocido como producto con Indicación Geográfica y Sello de Origen, lo que certifica que este orégano solo se puede producir en la Precordillera de esta zona.

En Socoroma no solo puedes comprar este “oro verde”, sino que conocer las parcelas donde se cultiva, donde el olor a orégano inunda todo el ambiente.

Putre Orgánico

A 2 kilómetros de Putre, en la zona que se conoce como Churichurini, se han creado iniciativas que buscan rescatar prácticas ancestrales, como el cultivo en terrazas, trabajar el suelo de manera totalmente orgánica y el uso de semillas originarias de la zona.

Reciben a visitantes, quienes pueden conocer el sistema de trabajo, para después degustar los productos en algunos de los restaurantes de Putre.

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