Para nosotros, los moai no son una mera escultura. Son la representación de nuestros ancestros y fueron construidos con el fin de recordarlos y preservar el “mana”, que es la energía que todos tenemos. Su rol es entregarnos protección, por ello están sobre plataformas ceremoniales (Ahu) siempre mirando hacia la isla y no hacia el mar.
Se calcula que en el siglo XVII nuestros antepasados dejaron de construirlos. No se sabe muy bien la razón, pero se cree que hubo una crisis de sobrepoblación y falta de alimentos que nos llevó a una serie de guerras entre tribus, donde los altares fueron destruidos como señal de poderío. Por eso, cuando recorras la isla, verás moais tumbados por todas partes y otros abandonados a medio esculpir en las laderas del volcán Rano Raraku, que fue la principal cantera de aquella época. Nuestros antepasados tallaban directamente en la roca y luego los trasladaban a los distintos Ahu. ¿Cómo movían a estos gigantes que pesaban varias toneladas? Es uno de los secretos que aún guarda la isla.