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Mapuche Lafkenche

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Donde se une la tierra, el mar y la sabiduría

Las comunidades Lafkenche (gente del mar) ubicadas en la costa de la región de la Araucanía han liderado el desarrollo del turismo indígena a nivel nacional. Un territorio que sabe combinar buenas instalaciones, relatos, paisajes marinos y lacustres, aves, artesanía y prácticas ancestrales que pueden sanar el alma y el cuerpo

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Lago Budi:
PARAÍSO DE AVES Y CULTURA ANCESTRAL

El lago Budi es único y, por ello, queremos que lo conozcas. Su nombre viene de fuze, que en mapudungún significa “perdiz”. Este lago está estrechamente relacionado con el mar y se formó gracias a las fuerzas de la naturaleza, por los constantes aumentos de mar y de las mareas, pero su forma definitiva se produjo con el mega terremoto de 1960.

Tiene una superficie total de 70 km2 y sus riberas están habitadas en su totalidad por comunidades lafkenche, por lo que es un sitio imprescindible para conectarse con nuestras raíces y costumbres. Uno de los lugares más representativos es la comunidad Llaguepulli que recibe viajeros hace más de 20 años. Aquí podrás aprender sobre nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza, visitar rukas (incluso dormir en ellas), participar en juego tradicionales como el palín, conocer la cosmovisión, iniciarte en antiguos oficios como el telar o aprender a sanar el cuerpo y el alma a través de nuestra medicina ancestral: las plantas, entre otras actividades culturales.

Por supuesto, este viaje cultural se complementa con nuestros paisajes. Una de las principales características del Budi son sus grandes superficies de humedales y ambientes acuáticos, como mallines y vegas recubiertos de pajonales, donde habitan numerosas especies de aves. Se calcula que alberga más del 30% de las especies de aves registradas a nivel nacional, como cisne de cuello negro, cormoranes, guala, tagua, cuervo del pantano, becacina pintada, cisne coscoroba, sietecolores, trabajador, perrito, treile, pidén, garzas, gaviotas y una gran variedad de patos, entre muchos otros.

Conocer isla Llepo

Un imperdible en lago Budi es hacer una navegación avistando aves, para luego visitar Isla Llepo y degustar gastronomía local. En esta pequeña isla también podrás conocer un surtido museo de herramientas mapuche, además de un vivero comunitario para la reproducción de plantas nativas.

Medicina ancestral

Para nosotros el solo hecho de conectarse con la naturaleza, contemplar el lago y las aves, o sentir el viento y el sonido del mar, ya es una cura para el alma. Pero la naturaleza también nos ha regalado diferentes hierbas que tienen propiedades terapéuticas. Esta es una medicina completa,

que sana tu cuerpo, pero también tu dolor emocional. Son saberes ancestrales que aún están vivos y por ello, cada vez más personas mapuche o no mapuche, llegan en busca de la sanación.

Somos navegantes

Tradicionalmente se habla de la fuerte relación del pueblo mapuche con la tierra, pero se olvida que también tenemos una estrecha conexión con el agua ya que nuestros antepasados fueron hábiles navegantes. Los antiguos nos contaban cómo los ríos, lagos y la franja costera eran las vías de comunicación e intercambio de productos entre nuestro pueblo, quienes se desplazaban sobre sencillos wampos que, incluso, nos permitieron llegar a islas ubicadas cercanas a la costa.

Los wampos eran canoas construidas de un solo tronco, usualmente de olivillo, coigüe o laurel, manejado por dos navegantes en cada extremo, los cuales iban de pie impulsando la canoa con una gran vara de madera tocando el fondo o usando un remo tipo paleta. Algunos wampos tenían 8 o 9 metros de largo y cabía un grupo familiar completo, incluso en algunos entraban hasta 30 personas. ¿Se imaginan cómo era navegar río arriba venciendo la corriente? ¿O cómo podían sortear las olas del mar o de los grandes lagos manteniendo la estabilidad? Y es que la navegación fue un saber transmitido generacionalmente, donde saber leer la naturaleza era fundamental.

Lamentablemente, a principios del siglo XX, el Estado introdujo barcos a vapor en ríos y lagos para la explotación de los bosques, y el uso de los wampos casi desapareció por completo. Sin embargo, se mantuvo de manera incipiente en el lago Budi y hoy ha vuelto a tomar fuerza de la mano del turismo, donde incluso se hace una competencia que busca la preservación y difusión de esta navegación ancestral. Los wampos “modernos” se siguen construyendo de la misma forma, pero se utilizan árboles introducidos como el álamo o el pino y los hacemos de menor tamaño

Molino Lafkenche

Imaginen a las familias de todo el lago Budi yendo en wampos, botes y carretas para moler su trigo en este lugar y convertirla en harina. Acudían en familia, hacían turnos y hasta acampaban en el lugar a la espera de este preciado producto vital para su alimentación.

El molino funcionó por más de un siglo. En el 2010 se convirtió en museo, como una forma de poner en valor y rememorar el estilo de vida campesina de la gente del Budi. Está ubicado en el kilómetro 13 de la ruta que une Carahue con Puerto Domínguez.

Dormir en una ruka

Las rukas son las casas tradicionales del pueblo mapuche y representan el espacio más importante para el encuentro y participación de la comunidad. Por ello el fogón tiene un espacio prioritario al centro, ya que en torno a él se reúne la familia y se comparten los relatos y el kimün (el saber).

En la comunidad de Llaguepulli existen algunas rukas que han sido acondicionadas para el turista, manteniendo la estructura original, para que los visitantes puedan compartir sus propios saberes en torno a este fogón.

Aula al aire libre

El enorme terremoto de 1960 y su posterior tsunami cambiaron para siempre la fisonomía de nuestras tierras y tuvimos que adaptarnos a ello. La comunidad Mateo Nahuelpán, por ejemplo, ubicada en la desembocadura del río Imperial, contaba con 197 hectáreas para las 20 familias que la componían, pero tras el evento solo 10 hectáreas no quedaron sumergidas.

Es cierto, se perdieron tierras, pero a cambio se formó el increíble humedal costero de Monkul. Recordemos que los humedales son uno de los ecosistemas más trascendentales que existen en la tierra, ya que son la cuna de la biodiversidad, recargan las aguas subterráneas, mitigan el cambio climático y proveen agua dulce y alimentos.
La misma comunidad Mateo Nahuelpán que vio perder sus tierras bajo el mar, fue una de las protagonistas en postular el humedal de Monkul como sitio Ramsar-o de Importancia Internacional-, título que le fue otorgado el año 2020 por la Convención sobre los Humedales. Y es que Monkul se convirtió en un valioso ecosistema de estuario formado por lagunas, marismas de pastos altos y pajonales ribereños, que alberga a más de 170 especies de flora y 130 de avifauna.

Además, la comunidad es la anfitriona que recibe a los visitantes en este maravilloso lugar, donde se puede observar y aprender no solo de aves, sino también de nuestra resiliencia y de la admiración por las fuerzas de la naturaleza. Como dice Estela Nahuelpán, presidenta de la comunidad, “creemos que esta nueva configuración territorial que nos dio la naturaleza nos hace una invitación a descubrir cómo se manifiesta la Ñuke Mapu, cómo podemos ir comprendiendo su comportamiento y cómo nos vamos relacionando con ella”.

Visita al humedal

Imaginen a las familias de todo el lago Budi yendo en wampos, botes y carretas para moler su trigo en este lugar y convertirla en harina. Acudían en familia, hacían turnos y hasta acampaban en el lugar a la espera de este preciado producto vital para su alimentación.

El molino funcionó por más de un siglo. En el 2010 se convirtió en museo, como una forma de poner en valor y rememorar el estilo de vida campesina de la gente del Budi. Está ubicado en el kilómetro 13 de la ruta que une Carahue con Puerto Domínguez.

Platería

El arte orfebre está directamente ligado con nuestra cosmovisión, porque comunica relatos e historias en cada una de sus piezas. A través de estas piezas podemos transmitir el kimün mapuche y poner en valor nuestra cultura

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